jueves, 16 de diciembre de 2010

Acción política no violenta, ensayo de Juan David Otálora.




Revista Antítesis como espacio propositivo, quiere rescatar de los laberintos de la academia el siguiente ensayo, con una tesis bastante interesante, sin mas preámbulos, el texto:

Sin duda alguna, la configuración del escenario político actual, está dominado por las tesis del neoliberalismo económico, lo que ha ocasionado que los individuos racionales –tal y como son descritos por Buchanan y Tullock– exacerben la relación de costo beneficio, apoderándose de todas las dimensiones de sus vidas. En un mundo gobernado por los cálculos económicos, por las variables de utilidad y por las funciones del mercado, las relaciones sociales, como ese mecanismo para encontrarse con el otro, han sido relegadas a un segundo plano. El hombre, en su afán de progreso individual ha subvalorado el papel de la comunidad, como factor fundamental en la construcción de vínculos identitarios.


En esa misma línea, los Estados modernos, han sido levantados en medio de relaciones de dominación, alejándose de concepciones dialógicas y deliberativas como fueran propuestas por Rousseau y Habermas. Es por ello, que las relaciones de poder han estado influenciadas por el temor, y han llevado a los individuos a desconfiar de todo. En este escenario aparece la violencia, y en un sentido más concreto la guerra, como un artefacto social que pretende justificar a través de la fuerza, algo que no se tiene la valentía de expresar con argumentos. Por consiguiente, la tesis central del presente documento será mostrar a la guerra como algo absurdo en sí mismo. En este sentido, se propondrá una reflexión en torno a la capacidad que tiene la acción política no violenta, como estrategia para combatir un sistema determinado. Para este propósito, usaremos la figura de Jesús de Nazaret , como el ejemplo más preciso para llevar a cabo acciones no violentas.

En un sentido amplio, el pacifismo puede considerarse como una serie de pensamientos, doctrinas y movimientos, encaminados a preservar la paz, en cualquier circunstancia, por encima de la guerra y otros modos de dominación. El pacifismo dentro de su teoría ha contemplado un lenguaje simbólico, usado como un mecanismo de defensa ante los ataques violentos, pues se considera que si se responde la fuerza con la fuerza, el resultado es un círculo vicioso del que difícilmente se saldrá. No obstante lo anterior, el pacifismo puede recibir críticas en dos sentidos que se complementan. Por una parte, la acción, constituye la raíz de un cambio que se pretende buscar, es la esencia misma que dinamiza la movilización y el cambio. En este sentido, el pacifismo ha dejado de lado –en muchas ocasiones– la acción política o social, y se ha conformado con denunciar puerilmente a la guerra, lo que nos haría pensar que esta serie de doctrinas no buscan un cambio en la contextura social, en otras palabras, su acción se reduce a un simbolismo, muchas veces innecesario. El segundo elemento que encontramos carente en el pacifismo, es la organización. Si bien es cierto que en varias ocasiones se han realizado una serie de manifestaciones públicas en contra de algunas formas de violencia, el pacifismo no tiene una estructura formal, para tomar partido en una situación específica. De este modo, si no hay organización, no hay acción, y sin acción no hay cambio.

Ahora bien, es en este punto donde debemos introducir la figura de Jesús de Nazaret, como uno de los modelos más completos en lo que se refiere a la acción política no violenta. Veíamos anteriormente que, el pacifismo se queda corto para combatir la violencia. En este sentido, Jesús viene a este mundo a predicar un mensaje revolucionario, que consistía precisamente, en basar todas las acciones en el amor. Quizás el consumismo haya hecho mucho daño, en cuanto a la concepción del amor, y lo haya convertido en un elemento limitado y minimalista. Pero en Jesús, aparece como la fuente primaria de su doctrina de comprensión, de tolerancia y de respeto por los otros. Es una concepción que se aleja del pacifismo, pues no se trata de fijar un estado de quietud, sino que es necesario actuar y tomar partido, en aras del entendimiento mutuo y con ello vencer el yugo de la violencia.

El amor, constituye en Jesús la fuente primaria para relacionarse con el otro y combatir de forma directa un orden injusto. Una de las proposiciones más interesantes –dirán unos– o disparatadas –asegurarán otros–, fue la consignada en el evangelio de Lucas capítulo 6, versículos 27 y 28: “Pero a vosotros los que me oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen y orad por los que os calumnian”. Es sin duda, uno de los pasajes más sugestivos presentes en el pensamiento de Jesús de Nazaret, nos invita de una forma directa, a tomar parte de la acción no violenta, y ésta precisamente comienza cuando veo en el otro, un individuo igual a mí, al que le corresponden deseos y preocupaciones. Amar a los enemigos, es quizás una de las propuestas más revolucionarias, en el sentido que, permitirá tomar un camino alterno a la violencia; pues como es sabido, el odio es el germen de la violencia. Para observarlo con más detenimiento, tomaremos tres casos: el racismo, el nacionalismo y parte de la teoría marxista.

En primera instancia, tenemos al racismo como una fuente de descalificación del otro, porque no tiene unos patrones genéticos similares, o porque su constitución física es distinta. En segunda medida, encontramos al nacionalismo como fuente de exaltación de unos valores, tradiciones, costumbres e historias que son comunes en una colectividad, usados en detrimento de otras comunidades que comparten los mismos elementos, pero que se consideran inferiores por razones políticas, históricas, pero en la mayor parte de los casos abstractas. En dos formas aparentemente diferentes, existe un factor común que relaciona a ambas concepciones, y es precisamente el odio, como un mecanismo de defensa frente a ese “otro” que se considera diferente. No hay que ir lejos, ni realizar grandes estudios empíricos, para comprobar que el odio es la primera fuente de violencia, o por lo menos su origen remoto. En este sentido, la propuesta de amor de Jesús, es una muestra de acción contra el odio, pero en una dimensión amplia, que abarca no sólo la comprensión, sino además la aceptación.

Por otra parte, hallamos que la teoría marxista constituyó para la historia universal, uno de los grandes cambios, que sin duda transformaron el pensamiento de una época deslumbrada por el capitalismo, haciendo que se cuestionaran los postulados principales de una teoría deshumanizada, que había ocasionado grandes cambios a la par que, grandes injusticias. Las denuncias impulsadas por Marx, tienen gran sentido si se es consciente del daño que el capitalismo ha ocasionado en más de cinco siglos de historia. Empero, las reivindicaciones marxistas, en las que se busca la transformación social, por medio de la dictadura del proletariado, y de una consiguiente toma violenta del poder, es bajo la concepción manejada, responder la violencia con violencia. El odio a la burguesía, como clase social dominante y explotadora, constituye uno de los pilares básicos de esta teoría, pero descalifica el reto que significa amar a los otros, y con ello implementar una estrategia de acción no violenta.

Ahora bien, la política del amor en sentido griego vista en dos dimensiones: en primera medida como el “encuentro de lo humano por lo humano”, y en segunda instancia, vista como el entendimiento, podría fijarse como un complemento idóneo en la definición de amor propuesta por Jesús, ya que es sólo con el entendimiento de la diferencia y el amor a los demás, lo que permitirá tener un encuentro basado en la comprensión. De este modo, todo lo que se ha mencionado hasta este punto, podría conectarse con la tesis de ver en la guerra algo absurdo en sí mismo. Sin duda alguna, la construcción de los Estados modernos y los grandes cambios de la historia, tales como el triunfo del socialismo en Rusia, se han conseguido por medio de la violencia, del terror y la sangre; lo que equivocadamente ha hecho pensar que la guerra es la continuación de la política por otros medios, como lo propusiera Clausewictz. En este escenario, la guerra se ha convertido no sólo en algo legítimo, sino también justificable y necesario.

La violencia, es la muestra más clara del temor humano, en ella se recogen todos los miedos de la humanidad, como el miedo de no ser escuchado, de no ser tomado en cuenta o incluido dentro de un proceso que genere consensos. Es un miedo latente a la muerte al estilo de Hobbes, en su estado de naturaleza. La guerra, en este sentido, es la muestra fehaciente de la debilidad, es la coraza que miles de hombres a través de la madeja de la historia han usado para ocultar sus más profundos temores. En este punto, es necesario reflexionar acerca de lo que la guerra ha dejado, y a parte de lo que mencionábamos hace un momento –del Estado moderno y las construcciones humanas– la guerra nos ha entregado en las manos de la incomprensión y la desidia. Pero quizás lo más preocupante de todo, es que algunas guerras son “buenas” y se legitiman por muchas razones, y es interesante observar cómo esas personas que justifican un conflicto armado, se horrorizan con las dos guerras mundiales, por ello, aquel que justifica una guerra, pero otra no, maneja una doble moralidad, que es en últimas un constructo social que ejerce la dominación. Por tanto, la guerra es absurda, en la medida que justifica un orden y un sistema, sin tomar en cuenta un proceso dialógico o comunicativo.

Jesús, es la muestra clara que con acción política no violenta, se puede transformar el mundo. Él con la acogida que tuvo entre las anchas capas de la población, hubiese podido organizar un movimiento subversivo, que se rebelara contra el imperio romano, sin embargo, su conducta se desligó de la violencia como el medio para alcanzar sus fines, que en últimas era transmitir sus enseñanzas. Una reflexión final que podemos plantear a manera de reto, es la comprensión de nuestra naturaleza humana, la superación de diferencias violentas que jerarquicen a los seres humanos; pues lejos de asegurar que somos iguales, es precisamente la diversidad lo que nos permite complementarnos en la sociedad. Tal como lo planteaba el Che Guevara, hace un par de décadas: “si fuéramos capaces de unirnos, que bello y cercano seria el futuro”. Finalmente, Jesús de Nazaret, es un ejemplo único, de tomar a la acción política no violenta no como una estrategia de combate, sino más bien como un estilo de vida.

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martes, 7 de diciembre de 2010

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Victima del insomnio, estuve viendo una entrevista a una conocida académica feminista, con motivo de la publicación de su libro acerca del aborto y de cómo ella se practicó uno en su juventud. Pero más allá de la farándula intelectual (uno de los nuevos productos de nuestra televisión), el asunto que me llamó la atención fue el vaticinio de la profesora Thomas en el cual se augura la inminente despenalización del aborto en Colombia en un periodo bastante corto de tiempo, como una reivindicación del derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo y el derecho de los niños a nacer siendo planeados, esperados y proyectados en el futuro, lo que entre otras nos aseguraría que en virtud de esa proyección, no haya gente forzada a robar en la calle y un sinnúmero de alivios para nuestra sociedad, eso argüía la profesora y seguramente muchos de sus entusiastas.

La legalización del aborto es inminente y con esto estoy totalmente de acuerdo, muy pronto dejarán de existir centros clandestinos de aborto y los médicos que no objeten conciencia podrán practicar estas interrupciones de embarazo voluntariamente y en ambientes adecuados con condiciones de salubridad y garantías para la ex-madre, evitando de esta manera algunas de las 130 muertes maternas por cada 100.000 nacidos vivos de las que hablan las estadísticas. La inminencia de este hecho debe hacernos pensar en la manera como creyentes podemos presentar contrapropuestas en pro del respeto por la vida (así sea una “vida en proyección”, como asegura la profesora, en el momento de ser un embrión).
No sirve de nada en absoluto que nos indignemos ante el aborto, ni que nos rasguemos las vestiduras, ni siquiera que lloremos por todos los fetos licuados ni los embriones destruidos, no sirve que solamente oremos y cantemos, ni siquiera marchando hacia la plaza pública, no sirve de nada que insultemos y llamemos asesinos de niños a aquellos que están de acuerdo con esta práctica y los que finalmente son quienes toman la decisión porque nuestra ausencia en los círculos de poder y de legislación nos saca del panorama, en fin, nada de lo que hemos hecho o planeemos hacer servirá de nada ni evitará de repente que interrumpan los 300.000 abortos que se practican en un país como el mío. Pretender que haciendo lo de siempre obtengamos diferentes resultados seria como patear al sabio profesor Einstein en la entrepierna.
Entonces, ¿estamos condenados a aceptar el aborto y apoyarlo?, de ninguna manera, sin embargo la manera de asumir nuestra responsabilidad frente al hecho de que el aborto se convierta en una cirugía ambulatoria a la par con una sacada de apéndice, debe enfocarse en un estado superior del simple hecho de de protestar, debemos asumirlo como un compromiso con la vida, que debe prevalecer por encima de la moral que pretende “sanear” la sociedad permitiendo el aborto, porque no nos digamos mentiras ¿Cuántos abortos evita una marcha?, ¿cuántos abortos evitamos solo lamentándonos y quizás orando por esto? (sin desconocer el poder de la oración), seguramente muchos menos de los que podríamos evitar dejando la mojigatería y hablando de la sexualidad a nuestros jóvenes en la iglesia, apoyando las diferentes obras sociales que protegen a las madres en estado de abandono y generan conciencia entre las que teniéndolo todo, por la presión social o simplemente la inminente negación de los compromisos, deciden interrumpir su embarazo. Es en ese escenario donde los creyentes debemos movernos, en el de cada mujer, de cada adolescente y cada niña, es llevando el amor de Dios a cada puerta, poniendo no solo nuestras lágrimas sino nuestros recursos a disposición de estas vidas que se interrumpen, incentivando la adopción de niños, para abrir más opciones a las madres que definitivamente no pueden mantener a sus hijos. Si nos involucramos desea manera, que legalicen el aborto no debe ser una cuestión por la que debamos preocuparnos, finalmente legal o no, el aborto es una realidad y de esa manera debemos enfrentarlo, no como un fantasma clandestino, sino como una bestia que trata de engullirse vidas todos los días.


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miércoles, 11 de marzo de 2009


Toda mi vida he vivido en vecindarios de gente sencilla, trabajadora y honesta, donde es usual encontrar negocios familiares en la planta baja de las casas, y nada mas levantar la cabeza, una cantidad variopinta de anuncios publicitarios, coronan los despachos de peluquerías, carnicerías y negocios tan multiformes como los mismos avisos son. Encuentro aún mas interesante el hecho de leer lo escrito en algunos de esos avisos, palabras que me recuerdan la gloria del pueblo escogido por el buen Dios, es así como PELUQUERIA SHADDAY, VETERINARIA JIREH, PANADERIA SHALOM, se vuelve una publicidad muy popular, en el extenso sentido de la palabra.
Aunque esto es bastante pintoresco, es sólo la primera cuota de un asunto que se está convirtiendo en paradigmático dentro del ambiente cristiano, como una patraña mercantil, un truco para atraer lo que podríamos llamar como “mercado cristiano”, un truco cocacolesco; discreto lavado de cerebro, que juega un poco con nuestra escala de valores, que nos pinta una alternativa de mercado según esto para nosotros, sólo para nosotros.



Creo en primera instancia que en la mayoría de los casos, el poner un “negocio cristiano”, obedece sólo a la manera en que cualquier comerciante creyente quiere honrar al salvador, con el fruto de su trabajo, y en este orden de ideas está bien poner una alusión a Dios en el dintel de puerta (recuerdo del otrora glorioso pueblo de Israel), lastimosamente el asunto se tergiversa, desde la perspectiva del cliente, que hace una lectura diferente de la buena intención que se da en principio. Seguramente amigos, habrán escuchado en la iglesia o fuera de ella, algo así como: -tengo un dolor en la espalda terrible-, seguido de un: - uy mija le voy a recomendar un medico buenísimo cristiaaano (favor leer la anterior palabra tal como está escrita, moderadamente nasal en las aes repetidas) amigo del pastor-, y acto seguido la adolorida hermanita se empieza a aliviar; en este punto, cada uno pondrá su ejemplo propio.
Con esto no quiero decir, reitero, que no haya buenas intenciones de por medio, pero algunas preguntas me aquejan: ¿Por qué si el medico es cristiano es garantía de que sea bueno?, ¿y el doctor que me vio nacer, que es mas bien ateo, me trajo al mundo a medias?, ¿el panadero que amasa al son de Alex Campos le queda mejor el pan que mi amigo, el vecino, asiduo fanático de Vicente Fernández, a quien le compré le pan durante nueve años, antes de que Marcos Vidal sonara en su despacho?. Estamos cayendo claramente en una trampa mercantil que nosotros mismos nos hemos tendido, anteponiendo el adjetivo cristiano a cualquier otra consideración de calidad o satisfacción, prefiriendo el directorio cristiano de negocios, que la oportunidad de salir de la burbuja, y llevar el mensaje de vida a lugares donde necesita ser escuchado, y negándole la oportunidad al odontólogo cristiano, de predicar a Cristo a sus pacientes, porque ya le llenamos la agenda de citas hasta el día que Dios lo llame a su presencia. Mientras sigamos asumiendo que la Mc.Donalds es bueno porque es Mc.Donalds, estamos condenados a la insatisfacción y a percibir nuestra identidad cristiana como un nuevo bien de capital y consumo.
Sobreentendiendo que todos los cristianos debemos apoyarnos para prosperar y que somos parte del mismo cuerpo, voluntariamente nos hemos sometido a un sesgo de opinión, convirtiéndonos en una sociedad dentro de la sociedad, pero una claramente excluyente al solo consumir cristiano, aunque con la otra mano condenamos y tildamos de ineptos a los discípulos que cuestionan al Maestro por hablar con una samaritana o a unos niños por querer acercarse a Jesús, nos rasgamos las vestiduras porque algunos tiene prohibidas transfusiones de sangre, pero no hemos entendido que el mensaje de Cristo es abierto, incluyente, y que todos en este planeta necesitamos una transfusión de Su sangre, derramada por cada uno de nosotros.
Sólo queda mi invitación: debemos darnos la oportunidad de evaluar las cosas por lo que son y no por lo que los demás dicen que son, el pan es mejor porque se prepara mejor no porque lo prepara alguien que el domingo va a culto, el abogado es mejor cuanto mejor sea su record de casos y no porque me lo recomiende un líder de la iglesia, el docente es bueno por que es inspirador y amoroso y la mejor escuela para nuestros hijos es donde los formen como personas de bien, no donde un obligado devocional antes de clases o la supresión de las cátedras non sanctas, de filosofía y educación sexual y afectiva hacen parte del plan educativo. Recuerde que nuestra característica como cristianos debe ser el amor incondicional por el prójimo. Dese la oportunidad de predicar como paciente cliente y dependiente, expanda su circulo de acción, en vez de contraerlo buscando un compre cristiano, para cada cosa que necesite, además recuerde que los que lo atienden en cualquier establecimiento, son tan humanos y llenos de errores como cualquiera de nosotros, que cristianos somos.

Con todo el amor de este mundo para todos aquellos que también predican la palabra con su trabajo. Para Marcela y su familia que a punta de litigio han bendecido tanto a los míos.

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miércoles, 25 de febrero de 2009


"Tendremos un Gobierno Mundial nos guste o no. La única pregunta es si el Gobierno Mundial será llevado a cabo por conquista o por consenso."
- Paul Warburg


Quizá hayan oído hablar de los Illuminati, el Bilderberg club, masones, Bohemian Club, el Amero, el Mondex, el Zeitgeist, el Establishment, los Rockefeller, eugenismo, 1984, El Gran Hermano, Opus Dei. Todos pertenecen a la moderna teoría conspirativa más fuerte y documentada que se haya alguna vez conjeturado: El nuevo Orden Mundial. Sin embargo el tema del presente escrito no es hablar sobre sociedades secretas o algún otro tipo de presunciones fascinantes –ya hay demasiado de eso en internet-, sino tratar sobre hechos que están iluminados por el sol, a la vista de todos, y que sin embargo no dejan de ser tan escalofriantes como las conspiraciones mismas. No puedo decir quién (o quienes) están detrás de todo esto, no puedo siquiera predecir cuáles son sus objetivos (eso se lo dejo a los Best-Sellers), lo cierto es que la influencia del Nuevo Orden Mundial está cada vez más presente en la cultura, y por cierto, esta influencia está lejos de ser benigna.



La idea de que el mundo tiene amos no es una idea nueva; en la posguerra se sabía que había dos grandes bloques que gobernaban el mundo; estos bloques alienaban al resto de países en una de las dos facciones, y luchaban a través de estos estados. Por supuesto hablamos de la Guerra Fría, entonces no era difícil que se debía pensar: estabas con ellos o contra ellos. Para la mayoría de Norteamericanos el mal mismo se encarnaba en aquellos rojizos diablos con bigote que siempre estaban al acecho, esto daba la idea de que EEUU no podía mostrase en ningún punto vulnerable, débil o desunida. Gracias a esto se justificó un sinnúmero de verdaderos crímenes como la Guerra de Vietnam, el bloqueo de Cuba, el macartismo o la Dictadura de Pinochet (pequeños precios para garantizar la libertad y la democracia). Sin embargo la situación en el otro lado del Pacífico era la misma, esto se degeneró un clima de tensión desgastante que finalizó en la caída del muro de Berlín y a su vez lo que sínicamente se autodenominó ‘Mundo Libre’.

Lo cierto es que el mundo está bastante lejos de ser libre. Tradicionalmente se ha dicho que es EEUU el gran vencedor, sin embargo la verdad es que nunca se estuvo más lejos de la verdad, el gran perdedor es la humanidad; el régimen imperante no es la visión de lo que se suponía sería el mundo según un patriótico estadounidense de entonces, aún para el texano más republicano. Es que ya no se trata de si eres de izquierda o derecha, o de cuáles son tus ideales, esperanzas y valores; simplemente cualquier aspecto humano se convierte en un problema menor ante la ley imperante: La máxima ganancia.

Y esta máxima ganancia no debe confundirse con eficiencia o productividad, hablamos de que debe ser sacrificado cualquier otro aspecto que se oponga, ya sea la dignidad humana, la conciencia natural, la moral o incluso la ley.
¿Por qué pues nadie hace nada para detener esta agenda? Bien, hablamos de una pequeña élite, una cúpula que está integrada por plutócratas dueños de los grandes grupos financieros, de los medios masivos, de influencia sobre políticos de los países centrales y de organizaciones como el FMI, el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio e incluso la ONU. Hablamos de un inmenso organismo transnacional por encima de cualquier estado nacional, con un inmenso poder político, militar, financiero, publicitario y mediático, no tienen ningún escrúpulo o tabú y no creen en nada fuera de sus enormes egos.

A pesar de el inmenso poder que tienen sobre la tierra no es común que hagan uso de la violencia –al menos en su forma más arcaica-, la consolidación de su plan reside en la doblegación de la voluntad de los ciudadanos de la tierra a través de dos poderosas armas de seducción: el terror y el consumo.
Gracias al 9/11 y otros actos de terrorismo algunos gobiernos consiguieron que civiles cedieran a los gobiernos libertades individuales y derechos constitucionales, a cambio de seguridad, todo este trabajo realizado por medios escandalosos; por otro lado la publicidad ha creado necesidades nuevas, ahora el hombre se siente incompleto o marginado si no consume. Cada vez más personas integran a su autoimagen e identidad marcas registradas por compañías: Las almas se han convertido en subproductos residuales del acto de consumir. Si algo ha logrado estos genios elitistas malvados es cambiar el comportamiento de los humanos a tal punto que las personas ya no interactúan con otras, lo hacen sólo a través del sistema.

La globalización es un término muy bello para algo tan ruin, a lo sumo es neo imperialismo. Sus efectos son devastadores: reducción de la calidad de vida y derechos de los trabajadores, la expansión de empresas multinacionales, la homogenización de la cultura, el asentamiento de grandes monopolios. Si algo es libre no es el comercio, ni el trabajador: es el capital. No es cierto que se compita en iguales condiciones, no hay ningún concepto de justicia: la pobreza, al miseria, el hambre es ahora una consecuencia (aceptable) de la ineficiencia, cuan criminal se ha convertido el sistema y con él toda la raza humana.

El hombre se ha reducido a un número, ahora es algo más que un objeto útil (siempre que esté codificado y monitoreado). No sólo el trabajo es mercancía sino las vidas mismas se han transmutado en bienes canjeables. Estamos siendo testigos de la mecanización del humano -el motor del martillo- de la completa deshumanización del individuo, señores: presenciamos la exclusión del hombre como el objeto de la historia.


Ante este panorama sombrío y desalentador qué se puede hacer. Como iglesia hemos visto inquietantes parecidos con las revelaciones apocalípticas, hemos integrado todo el fenómeno a la venida del anticristo, la marca de la bestia y los cuatro jinetes. Ciertamente debo aceptar que este tiempo es un buen c
andidato para el Apocalipsis, aunque debo recordar que en toda la historia de la cristiandad el mundo siempre se está acabando (Roma, La edad media, el milenarismo), recordemos que sólo Uno sabe. La solución no está en colgarnos un cartel y con una campana anunciar el fin del mundo: “Arrepiéntanse para que no ardan”, causar miedo es la misma arma del enemigo.

Propongo en cambio una revolución interior: mostrar el amor de Jesús en una sociedad donde se supone que no se debe, tener misericordia de nuestros prójimos, alabar el nombre de Dios y no ir tras el din
ero como prioridad, romper con la esclavitud del consumo y la avaricia, practicar un evangelio cotidiano y sincero. Las enseñanzas de Jesús siguen siendo validas hoy como lo fueron siempre, no nos dejemos engañar por los tiempos. Ese Leviatán multiforme no es poderoso ante las conciencias libres.



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jueves, 22 de enero de 2009


No son pocas las cosas que nos definen como humanos, sin embargo el uso de signos es quizá un de las mas trascendentes. Hemos dado tanto poder a estos que con frecuencia olvidamos su carácter representativo y terminamos siendo incapaces de diferenciar el signo de su significado. Este fenómeno se agudiza cuando incluimos significaciones morales, entonces los signos no transmiten ideas sino que son las ideas en sí.

Así es como de repente el blanco es bueno, las lechuzas son diabólicas, Dios habla latín, el pelo largo es rebeldía, el siete es el número de Dios…
Estos ‘signos morales’ han determinado como concebimos, por ejemplo, el cielo y el infierno; como cristianos tenemos todo tipo de supercherías y supersticiones respecto a estos dos ‘lugares’, y sobre ello hemos basado expectativas y temores (respectivamente).

En otro artículo de Revista Antítesis (El infierno del Dr. Azzacov) hemos visto como hay quienes creen que el infierno se encuentra bajo tierra a unos cuantos kilómetros y que se podían oír los gritos de los que allí habitan. Cuando por primera vi el video de Las voces del Infierno durante un culto de mi iglesia, también se habló sobre una revelación que tuvieron siete jóvenes sobre el cielo y el infierno.

Este testimonio es un perfecto ejemplo del poder del signo: el cielo es un lugar de pastos verdes, todos visten de blanco inmaculado, hay mucha comida. El infierno, en cambio, es un lugar oscuro como una cueva, hay fuego y cada pecador según la naturaleza de su pecado tiene un castigo. Cuando oigo este tipo de cosas me parece estar leyendo pasajes de La Divina Comedia (sólo que sin Purgatorio).

Como cristiano creo que tanto el infierno y el cielo existen, aunque creo que hay ciertos puntos que deben ser aclarados sobre este testimonio:

-¿Por qué el castigo del infierno es dolor físico? Me parece que el dolor físico es producto de los sentidos y por ende terreno, en el infierno –un lugar espiritual- no debe existir dolor físico sino otro mucho peor. ¿Qué peor castigo que estar separado de Dios?

-¿Por qué hay estratificación de castigos según el pecado? Todos los pecados son igualmente de malos, no hay una gama de maldad. Por ende el castigo debe ser igual para todos, y reitero, qué peor castigo que la separación de Dios.

- ¿Por qué el cielo es un prototipo de belleza occidental? Al describir el cielo, todos pensamos en lo que nos agrada. Esto puede variar según el individuo, pero en general, todos tenemos un modelo de belleza impuesto por la cultura. Por ejemplo, el oro es descrito como un material que es usado en el cielo, esto es una idea proveniente de lo que la cultura ha impuesto como riqueza. Si en lugar de comerciar con oro lo hiciéramos con aluminio, seguramente en este relato aparecería este metal.

Creo que tanto el cielo como el infierno son otra realidad, no podemos aproximarnos a su experiencia, cualquier cosa que utilicemos para describirlo serán signos y sólo eso, no podemos juzgar por su apariencia. No estoy sugiriendo que los siete jóvenes mintieron, sino que Dios habla a cada quien como entiende, no podemos tomar lo que ellos vivieron como revelación para la humanidad, para eso está la Biblia.

Los signos pueden ser engañosos.

ANEXO:
Testimonio completo de los siete jóvenes y material relacionado aquí

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